Después de que, el 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró pandemia, la crisis sanitaria del Coronavírus (COVID-19) impuso varias restricciones a la circulación de personas en Latinoamérica y en el mundo. El distanciamiento social, necesario por la pandemia, comprometió una de las rutinas más sagradas desde el siglo XIX: la vida escolar de millones de niños y jóvenes en todo el mundo. Según el Banco Mundial, en poco más de tres semanas, aproximadamente 1400 millones de estudiantes dejaron de ir a la escuela en más de 156 países (WORLD BANK, 2021). A pesar de que en las últimas décadas se haya hablado tanto sobre las reformas educativas para la sociedad del siglo XXI, se ha comprobado que ningún sistema educativo estaba preparado para enfrentar la excepcionalidad de esta pandemia. Según el informe de Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF (2020) siete meses después de haberse declarado la pandemia, la Covid-19 continuaba imponiendo una pausa en la educación de más de 137 millones de niños y adolescentes en Latinoamérica y el Caribe. Ese organismo considera que los impactos de la Covid-19 en la educación son devastadores en la mayoría de los países de la región.
Considerando la situación precaria de los sistemas públicos de salud de la mayoría de los países de América Latina, una de las primeras medidas que se tomaron, cuando se decretó la pandemia, fue suspender las clases presenciales para reducir los riesgos de contagio de la población. Así, los sistemas escolares tuvieron que interrumpir las clases presenciales y, desde entonces, los administradores y profesionales de la educación se desdoblan intentando encontrar alternativas para realizar las actividades de enseñanza de manera remota. En la mayoría de las situaciones, lo que se observó fue una migración abrupta del ambiente presencial al entorno virtual, en muchos casos sin el soporte técnico necesario y, obviamente, sin planifi cación previa. Al intentar cumplir el programa curricular previsto para el año lectivo, lo que ocurrió fue el traslado del trabajo presencial al ambiente virtual, sin las mediaciones y adaptaciones necesarias.